Señas de identidad
Pequeño homenaje a Juan Goytisolo
Hay libros
que te esperan con paciencia hasta que al fin te encuentras con
ellos. Esa fue la sensación que tuve cuando empecé a leer “Señas
de Identidad”de Juan Goytisolo, que nuestro encuentro era
inevitable y que reconocía su lectura.
Si hay
libros imprescindibles(que los hay) en mi humilde opinión este es
sin duda uno de ellos,porque como su propio título nos indica al
final de su lectura habremos comprendido que nuestra vida,la de
todos,siempre es una búsqueda que en el mejor de los casos nos
llevará al reconocimiento de lo que somos,con nuestras verdades
,mentiras,contradicciones y como fruto inevitable de nuestra
cultura,nuestro país,nuestra historia. No podemos escapar de lo que
somos. Pero podemos reinventarnos,en cualquier otro lugar.
Juan
Goytisolo emprende con este libro el casi imposible ejercicio de
autocrítca y auto conocimiento,de ser actor y espectador de la
propia vida. Para eso se vale del que pienso es su álter ego,Álvaro.
Su recorrido
vital nos lleva a su infancia ,testigo inocente de los aconteceres de
una guerra omnipresente. La situación es casi grotesca,con
personajes como su ama de cría que no duda en llevarlo a una Iglesia
que supuestamente va a ser devastada por los “rojos” y en la que
el niño se presta a inmolarse y convertirse al fin en un angelote
rubio como el que está acostumbrado a ver en sus libros de
catecismo.
Todo el
libro destila una ironía que suele arrancarnos la sonrisa,aunque en
el fondo sepamos que nos estamos riendo de nuestras propias miserias
humanas. Nuestra caída inevitable en los estereotipos(como esa
representación idílica de los ángeles rubios y con ojos azules).Y
que no son si no un ejemplo de la necesidad de trascender una visión
demasiado pobre y lineal de la realidad más inmediata.
Su recorrido como exiliado en Francia, en el que pasa por ser acogido con entusiasmo por
la “progresía” del momento hasta convertirse poco a poco en un
refugiado más, en donde otros conflictos van tomando el relevo de la
atención en los círculos engolados del progresismo francés.
La amistad
,el amor,la familia,y España,víctima esta última de aquellos que
con más brío parecen enarbolar su bandera,y expuesta siempre a
saqueadores de turno ávidos de dinero fácil.
“En cuanto
al tío César............Álvaro lo había visto fotografiado en el
periódico en medio de un grupo de fieles que aclamaban el paso del
Benefactor en una de sus esporádicas visitas a Barcelona. Aquella
postrera imagen que de él tenía bastaba para convencerlo de que la
lógica simple y el buen sentido práctico deberían llevarle en el
62,como a tantos otros,sin corte ni contradicción alguno,por obra y
gracia del turismo y el despegue económico,a la defensa de los
valores europeos liberales,prudente,muy prudentemente,para el aciago
día en el que el Benefactor faltase y de nuevo como en aquel
desolado invierno de 1945,tuvieran necesidad de un rey- decorativa y
vistosa pieza de recambio”
Y como no el
desaliento”También yo,en mi juventud,quise deshacer entuertos;la
justicia social y todas esas historias. Salvar al prójimo....hasta
que un día me dí cuenta de que el prójimo estaba muy contento con
su suerte y le importaba un comino salvarse....¿Quiere usted más
vino?
Begoña R. Joya. Enero 2018
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